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Aumenta la adopción de nube en compañías colombianas

El año 2020 resultó ser un punto de inflexión en dos frentes en materia tecnológica para las empresas: unas sobreviviendo a los efectos adversos de una pandemia que nadie esperaba y otras transformando sus modelos de negocio para poder responder al crecimiento exponencial de su demanda. En ambos escenarios la tecnología jugó un rol determinante y marcó una tendencia en términos de adopción que desencadenó una proliferación de modelos digitales e innovadores que están marcando nuevos horizontes para los negocios.

En ese sentido, los líderes de TI formularon estrategias de nube coherentes, expansivas y con visión de futuro para aprovechar al máximo el valor comercial de esta tecnología.

Las cifras indican que la cantidad de dispositivos de Internet de las cosas (IoT) se duplica cada cinco años, lo que genera riesgos de seguridad que deben mitigarse. Por tal motivo el uso de la computación en la nube está en auge, las aplicaciones empresariales migran a la nube pública y las organizaciones se vuelven más nativas de la nube en sus implementaciones. La adopción de la informática de borde está acelerando a medida que los proveedores de nube desarrollan a hiperescala soluciones para distribuir sus capacidades de nube más cerca del borde.

Así, en la medida en que la tecnología sigue ganando espacio en los procesos de las organizaciones, a la ecuación se suma la importancia de las infraestructuras y estructuras multicloud que, según los pronósticos, en un futuro no muy lejano se apuntan a ser pilares en los negocios. Telefónica S.A., empresa multinacional española de telecomunicaciones, afirma que “las compañías maximizarán su infraestructura tecnológica existente con las posibilidades disponibles y los diferentes enfoques del cloud: nubes públicas, privadas e híbridas. La transformación de los negocios digitales ha entrado en la fase más desafiante y urgente debido a la pandemia provocada por el COVID-19”.

La nueva normalidad ha gestado un cambio drástico en cuanto a la necesidad de implementar tecnologías cloud en las empresas, a tal punto que ya no se cuestionan si es o no funcional para los procesos, si no cuánto tiempo tardan en ejecutar una estructura a la medida de los objetivos de las organizaciones. Y lo anterior lo soportan los números, es decir, entre 2015 y 2020 proveedores de nube pública como AWS, Microsoft Azure y Google Cloud Platform han quintuplicado sus ingresos. Además, según el Informe del Estado de la nube de Fiexera realizado en 2020, el 90% de las empresas informaron que usan la tecnología en la nube de alguna manera.

Ahora, desde el enfoque financiero, la inversión en infraestructura resulta ser atractiva gracias al modelo que permite adaptar las extensiones del servicio de acuerdo a las necesidades del negocio, principio conocido como flexibilidad, que prioriza y optimiza los gastos operativos al interior de las organizaciones.

En este sentido, la compañía colombiana Controles Empresariales reportó que el crecimiento del segmento de nube entre el 2016 y el año 2020 fue de un 182% confirmando, en palabras de Ismael Arévalo, líder de Desarrollo de Negocios en la compañía que “la pandemia de COVID-19 ha resultado en una recalibración de las estrategias de la nube, donde la colaboración, la movilidad y los escritorios virtuales se están moviendo rápidamente para permitir una fuerza de trabajo distribuida y segura. Las aplicaciones de recuperación ante desastres y de escalamiento horizontal que se benefician de la elasticidad de la nube son ahora una alta prioridad para las migraciones”.

Sin embargo, esa priorización del gasto operativo, que en el papel resulta ser tan atractivo, parece ser el principal desafío para las empresas porque al final no lo perciben. En el Informe Fiexera se revela que el 80% de las empresas considera que administrar el gasto de la nube es complejo, mientras el 70% percibe que la obtención del valor es difícil de alcanzar. En ese orden, los procesos de adopción y los proveedores de estos servicios tienen un objetivo focal y clave: velar por la optimización del gasto en la nube y que este sea tangible en las organizaciones.

Ismael Arévalo concluye que “la tecnología en la nube ha impulsado el movimiento de lo digital a través de un modelo de implementación centralizado que se extenderá con la llegada de un nuevo modelo de implementación localizado habilitado a través de una estructura hiperconectada compuesta por dispositivos 5G, informática de borde e IoT”. Finalmente será inevitable que la combinación de estas tecnologías cree un nuevo ecosistema informático hiperconectado que nos llevará más allá de la nube y hacia el futuro de la nube distribuida, donde las capacidades ahora se entregan a través de redes hiperconectadas, procesamiento localizado y tecnología ambientalmente responsable.

El año 2020 resultó ser un punto de inflexión en dos frentes en materia tecnológica para las empresas: unas sobreviviendo a los efectos adversos de una pandemia que nadie esperaba y otras transformando sus modelos de negocio para poder responder al crecimiento exponencial de su demanda. En ambos escenarios la tecnología jugó un rol determinante y marcó una tendencia en términos de adopción que desencadenó una proliferación de modelos digitales e innovadores que están marcando nuevos horizontes para los negocios.

En ese sentido, los líderes de TI formularon estrategias de nube coherentes, expansivas y con visión de futuro para aprovechar al máximo el valor comercial de esta tecnología.

Las cifras indican que la cantidad de dispositivos de Internet de las cosas (IoT) se duplica cada cinco años, lo que genera riesgos de seguridad que deben mitigarse. Por tal motivo el uso de la computación en la nube está en auge, las aplicaciones empresariales migran a la nube pública y las organizaciones se vuelven más nativas de la nube en sus implementaciones. La adopción de la informática de borde está acelerando a medida que los proveedores de nube desarrollan a hiperescala soluciones para distribuir sus capacidades de nube más cerca del borde.

Así, en la medida en que la tecnología sigue ganando espacio en los procesos de las organizaciones, a la ecuación se suma la importancia de las infraestructuras y estructuras multicloud que, según los pronósticos, en un futuro no muy lejano se apuntan a ser pilares en los negocios. Telefónica S.A., empresa multinacional española de telecomunicaciones, afirma que “las compañías maximizarán su infraestructura tecnológica existente con las posibilidades disponibles y los diferentes enfoques del cloud: nubes públicas, privadas e híbridas. La transformación de los negocios digitales ha entrado en la fase más desafiante y urgente debido a la pandemia provocada por el COVID-19”.

La nueva normalidad ha gestado un cambio drástico en cuanto a la necesidad de implementar tecnologías cloud en las empresas, a tal punto que ya no se cuestionan si es o no funcional para los procesos, si no cuánto tiempo tardan en ejecutar una estructura a la medida de los objetivos de las organizaciones. Y lo anterior lo soportan los números, es decir, entre 2015 y 2020 proveedores de nube pública como AWS, Microsoft Azure y Google Cloud Platform han quintuplicado sus ingresos. Además, según el Informe del Estado de la nube de Fiexera realizado en 2020, el 90% de las empresas informaron que usan la tecnología en la nube de alguna manera.

Ahora, desde el enfoque financiero, la inversión en infraestructura resulta ser atractiva gracias al modelo que permite adaptar las extensiones del servicio de acuerdo a las necesidades del negocio, principio conocido como flexibilidad, que prioriza y optimiza los gastos operativos al interior de las organizaciones.

En este sentido, la compañía colombiana Controles Empresariales reportó que el crecimiento del segmento de nube entre el 2016 y el año 2020 fue de un 182% confirmando, en palabras de Ismael Arévalo, líder de Desarrollo de Negocios en la compañía que “la pandemia de COVID-19 ha resultado en una recalibración de las estrategias de la nube, donde la colaboración, la movilidad y los escritorios virtuales se están moviendo rápidamente para permitir una fuerza de trabajo distribuida y segura. Las aplicaciones de recuperación ante desastres y de escalamiento horizontal que se benefician de la elasticidad de la nube son ahora una alta prioridad para las migraciones”.

Sin embargo, esa priorización del gasto operativo, que en el papel resulta ser tan atractivo, parece ser el principal desafío para las empresas porque al final no lo perciben. En el Informe Fiexera se revela que el 80% de las empresas considera que administrar el gasto de la nube es complejo, mientras el 70% percibe que la obtención del valor es difícil de alcanzar. En ese orden, los procesos de adopción y los proveedores de estos servicios tienen un objetivo focal y clave: velar por la optimización del gasto en la nube y que este sea tangible en las organizaciones.

Ismael Arévalo concluye que “la tecnología en la nube ha impulsado el movimiento de lo digital a través de un modelo de implementación centralizado que se extenderá con la llegada de un nuevo modelo de implementación localizado habilitado a través de una estructura hiperconectada compuesta por dispositivos 5G, informática de borde e IoT”. Finalmente será inevitable que la combinación de estas tecnologías cree un nuevo ecosistema informático hiperconectado que nos llevará más allá de la nube y hacia el futuro de la nube distribuida, donde las capacidades ahora se entregan a través de redes hiperconectadas, procesamiento localizado y tecnología ambientalmente responsable.

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